Adaptando esa mítica frase de cambio de año a nuestro campo: ¡año nuevo, marca nueva! Y es que un rebranding o renovación de marca de vez en cuando es prácticamente obligatorio.
El paso del tiempo, la experiencia, la madurez (y años “tan guays” como el 2020…) son factores que nos cambian irremediablemente, tanto personal como profesionalmente. Y la marca de un negocio debe avanzar con él.
Pero, ¿qué es el branding?
Antes de seguir, ¿qué es el branding? El branding es el proceso mediante el cual se crea y diseña una marca a través de una serie de elementos pensados de manera estratégica que identifican y diferencian la misma. Branding es todo lo que compone una marca (y la empresa), desde la parte visual hasta la percepción que tiene nuestro cliente de nosotros. Y es precisamente el branding lo que hace diferente a una marca y lo que ayuda a tener un público objetivo fiel.
Rebranding
Volviendo al rebranding y predicando con ejemplo, nosotros hicimos un cambio en nuestra imagen corporativa y de nuestra página web en el último trimestre del año y, la verdad, era algo que necesitábamos. Veíamos nuestra imagen y ya no nos identificábamos; y nuestra web no transmitía el trabajo que hacemos ni el cariño con el que lo hacemos.

Y, ¿por qué sucede esto? ¿Cómo sabemos si nuestra marca necesita un rebranding?
- Cuando lo vemos y sentimos que es de otra era. No es que un logo tenga que “ir a la moda” (más bien todo lo contrario), pero el paso del tiempo puede hacer que una imagen corporativa se antoje algo antigua, dejando a la empresa, de alguna manera, desactualizada.
- Cuando no presumimos de ella. El logo, la página web y todo lo que compone una imagen corporativa es algo que debe mostrarse al mundo y compartirlo con orgullo de madre y padre. Si no es así, algo está pasando.
- Cuando la vida lleva a la empresa por un camino que no es el que planeábamos. A veces, arrancamos con un plan de negocio que puede ir evolucionando y adaptándose a la demanda o a los clientes. Esto no es un problema, siempre y cuando esté controlado, nos sintamos cómodos y nos permita evolucionar. Eso sí, el enfoque ya no es el mismo, por lo que la comunicación, la imagen y la web tampoco deben serlo.
- Cuando se ha arrancado sin un plan. Suele ocurrir que se arranca un proyecto con muchas ganas, pero sin pensar hacia dónde vamos y por qué. Antes de empezar, antes siquiera de diseñar un logo y una web, es necesario conocer y definir algunos aspectos importantes como:
- Público objetivo. Se suele cometer el error de pensar que nuestro público objetivo es “todo que mundo que (necesite una web, le guste comer dulces, etc.)”. Pero no, no es todo el mundo. Las necesidades de nuestro cliente deberían ser las ofertas de nuestra empresa. La clave es conocer qué problemas tiene nuestro público objetivo para decirle cómo podemos solucionárselos. Definir un perfil imaginario de alguien que compraría nuestro producto o servicio ayuda a visualizar al cliente ideal: nombre, edad, ubicación geográfica, situación económica, familiar o laboral, sexo, necesidades, etc.
- El legado. Por qué hacemos lo que hacemos (misión), hacia dónde vamos (visión) y bajo qué principios vamos a llevar a cabo todo esto (valores).
- Personalidad de marca. En función del servicio o producto que se ofrece y del público al que va dirigido, nuestra comunicación tendrá un tono de voz u otro. No nos dirigimos de la misma manera al directivo de una empresa que a un adolescente.
- Elemento diferenciador. Hay competencia para todos, así que es necesario ofrecer algo diferente que le haga a nuestro cliente ideal preferirnos frente a la competencia: más barato, más calidad, mejor atención al cliente, más rápido, personalizado…

Identidad corporativa
Y, tras haber pensado, repensado y decidido que tenemos claro cada uno de estos aspectos, se trabaja el diseño de la identidad corporativa en base a los mismos. De esta manera, los símbolos, colores y demás elementos de la marca van en consonancia con la personalidad de la marca y del cliente potencial. No se puede diseñar dejando la elección de estos componentes al azar, sino que es algo que se razona y se elige cuidadosamente y con conocimiento. ¿Y cuáles son estos elementos que componen la identidad visual de una marca de los que hablo? Te los cuento:
- Logotipo principal, secundario y variantes
- Colores. No vale cualquiera, cada color tiene su significado e inspira cosas diferentes y una marca debe tener definida su propia paleta de colores.
- Tipografías. Ídem. Cada tipografía viene con mensaje y personalidad propios; y estos deben ir acorde con los de la marca.
- Estilo fotográfico. Las imágenes pueden ser más cálidas, más frías, regirse por unos colores concretos, etc. Pueden aparecer personas, objetos o ambas. Pueden tener un filtro o ser naturales. Pero siempre tienen que seguir una línea establecida.
- Recursos gráficos. Conviene diseñar una serie de recursos que ayuden en la aplicación de la marca, como apoyo. Pueden ser más decorativos o más prácticos, como los pictogramas, por ejemplo.
Lo ideal es que todo esto vaya recogido en un manual corporativo que indique, además, cuáles son las variantes del logotipo, el área de reserva, los usos y aplicaciones correctas y cualquier aspecto importante a tener en cuenta a la hora de reproducir la marca.
Resumen del Rebranding
En fin, todo ese estudio previo puede parecer no muy relevante en un inicio o se puede dar por hecho que ya la sabemos. Pero te lo digo aquí y ahora: toda empresa que no hace este trabajo en el inicio, se verá en la necesidad de hacerlo en algún momento al descubrir que no tenemos una marca coherente o que falta foco. Cuanto mejor se haga desde el principio, más conectará la marca y más perdurará a lo largo del tiempo.
Esto no quiere decir, como decía al principio, que no haya que renovarse nunca o replantearse si se sigue en línea con lo que se trabajó en su día o quizás haya cambiado algo en nosotros o en nuestra manera de trabajar.

Es hora de plantearse si tu empresa necesita un rebranding. En caso de duda, consulte con su creativo.
¡Feliz año y feliz día!