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Web obsoleta: Cómo mejorar el diseño de mi web

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¿Se ha quedado tu web antigua… y lo sabes? O, lo que es peor, ¿está obsoleta pero ni siquiera te has fijado en ello? El sitio web en Internet es mucho más que un escaparate virtual para llegar a nuevos y diferentes clientes. Es, a la vez, tu catálogo de productos o servicios, un elemento clave en tu estrategia de marketing y un factor fundamental en la imagen de marca y el posicionamiento.

Por eso, necesitas tener un diseño web actual, funcional y acorde con las expectativas de tu público.

Cómo mejorar el diseño de mi web

Para mejorar tu página web antes debes saber cuáles son sus puntos débiles y encontrar la mejor manera de hacerlos fuertes. Y hoy te vamos a dar algunas claves para descubrir de qué pie cojea la tuya y buscar la mejor manera de mejorar:

¿Cuál es el objetivo de tu web?

En toda acción de comunicación debes guiarte por una finalidad concreta y orientar hacia ella toda tu artillería. Ocurre lo mismo con tu web. ¿Tienes claro cuál es su público objetivo? ¿Sabes qué busca en un sitio como el tuyo?

Conocer a tu target es el punto de partida y saber lo que busca es el remate final. A partir de esa identificación y de todo lo que sabes sobre tu público, tendrás que enfocar el contenido de tu página web a darle lo que busca. Y ese es el objetivo.

Pero el objetivo de la web no siempre es el objetivo final de la empresa. Es decir, no siempre es la venta o el contacto para solicitar un presupuesto. A veces conviene que antes se suscriba en nuestra newsletter y generar antes confianza, o que acuda a un primer webinar gratuito. A veces antes de contactar es mejor que vea una muestra de nuestro trabajo o que visite la página de «sobre nosotros». O quizás queremos que lea el blog. O que vea unas reseñas o comparaciones con otros productos. Cada caso es diferente en función del público objetivo y del carácter de tu negocio, por lo que debes preguntarte:

  • ¿Qué busca tu cliente?¿Qué problema tienen?
  • ¿Cómo soluciono yo sus problemas?
  • ¿Qué información tiene y qué información le falta acerca de lo que ofreces?
  • ¿Sabe que necesita tu producto/servicio o tienes que hacerle ver que lo necesita?
  • ¿Cuáles son sus dudas?
  • ¿Qué le impide dar el paso para comprar?
  • ¿Qué le ayudará a solventar sus dudas y decidirse?
  • ¿Por qué deben elegirte a ti en vez de a la competencia?

Y una vez conocemos bien todos los asuntos entre tú y tu cliente, vamos a decidir cómo respondemos a todo esto en nuestra web:

  • Qué contenido incluyo: el que responde a todas las preguntas de tu usuario).
  • Cómo cuentas y presentas la información: el orden correcto, ese recorrido que guiará a los usuarios desde que entran en la página web hasta que cumplen el objetivo marcado.
    • Cómo distribuyes los contenidos.
    • Qué apartados habrá.
    • Qué ganchos ofreceré

En resumen, hay tres pilares que determinan el hilo conductor de tu página web en lo que a contenido se refiere:

  1. El cliente. Conocerlo bien y saber a quién hablas y qué es lo que piensa y necesita.
  2. El problema. Qué problemas tiene tu cliente y cómo se siente en relación a él.
  3. La solución. Qué solución ofreces tú a sus problemas y qué sabe tu cliente de la existencia de esa solución.

¿Se lee fácilmente?

Es fundamental que tu web sea atractiva e intuitiva para sus lectores. Esto significa que pueda visualizar de un solo vistazo qué información le vas a ofrecer para ver si le interesa. Ningún usuario se va a quedar a leer con detenimiento si no ha comprobado en los primeros segundo que lo que va a leer responde a lo que busca. Por eso, debe haber niveles de lectura:

  • Texto dividido en párrafos cortos y secciones
  • Títulos y subtítulos que capten el interés de los párrafos
  • Áreas de espacio que divida y respete cada elemento evitando la aglomeración y el batiburrillo.
  • Imágenes que ilustren y descarguen el exceso de información.

Si consigues despertar el interés de forma visual, estarás mucho más cerca de tus objetivos.

¿Qué colores usas?

Debes considerar aspectos como las preferencias y expectativas de tu público objetivo y la psicología del color. Además, y desde luego, el colorido debe respaldar y transmitir la identidad corporativa de tu marca. Si no cuentas con una marca definida, mi recomendación es que primero establezcas la marca, tanto estratégica como visualmente, y que luego traslades todo lo que has definido a la web y a cualquier otro medio: redes sociales, piezas de comunicación, etc.

En este punto, el buen gusto y la sensibilidad del diseño son fundamentales para transmitir una sensación profesional y que dé confianza.

¿Cómo elegir las imágenes?

Las personas somos cada vez más visuales y, por ello, las ilustraciones de tu web son fundamentales. Influyen en la imagen proyectada, atraen o no a ciertos segmentos de público y destacan tus valores competitivos y estratégicos.

¿Quieres acertar con tus imágenes web? Aplica estos criterios:

  • Elígelas pensando en tu público.
  • Evita el exceso de fotos abstractas que no aportan valor.
  • Potencia la presencia humana para que impacten y emocionen.
  • Céntrate en la identificación: los protagonistas de tus fotos han de parecerse a tus clientes.
  • Apuesta por la naturalidad, no por el postureo.
  • Intenta que sus tonalidades vayan unificadas y en consonancia con los del resto de tu web.

​Las famosas llamadas a la acción

Se denomina call to action o llamada a la acción a los botones que animan a tus clientes a hacer cosas. Podemos invitarlo a comprar, a pedir presupuesto, a consultar el catálogo, a leer el blog, a suscribirse o a facilitarnos sus datos personales, por ejemplo.

Si no pones CTAs, tus usuarios no vas a saber qué quieres de ellos. Y si pones demasiados (y diferentes) CTAs, es posible que se sature y tampoco lo sepa.

Lo ideal es que pongas los CTAs justos y que todos lleven al mismo sitio (al objetivo marcado) o a las paradas establecidas en «el recorrido» que has definido. Así, el usuario tendrá claro lo que queremos de él y lo que debe hacer si quiere conseguir lo que busca. Sin ambigüedades. Claro y directo.

Más no es igual a mejor

Cuando nos enfrentamos a espacios abarrotados, nos angustiamos y bloqueamos. Por eso resulta fundamental no sobrecargar nuestra web con más información de la precisa. Sobre todo, ten cuidado con los textos excesivos y con los mensajes repetitivos. Si conoces bien a tu cliente, sabrás qué información necesita y sabrás cuál podrás dejar para cuando haya accedido a tu primer objetivo de la web.

La presencia de blancos y espacios libres ayudan al lector a desenvolverse en la web. Tu sitio web debe ser agradable, intuitivo y con espacios libres en los que los elementos respiren.

La prueba social

Si tienes datos o muestras de que tu trabajo cumple las expectativas, será genial para impulsar la decisión de compra. Testimonios, logos de clientes reconocidos, datos de resultados conseguidos, etc. En el caso de los testimonios, es muy importante que se note que son reales. La gente ya está muy acostumbrada a ellos y parece muy fácil redactar un testimonio inventado. Por eso, las reseñas de Google o de otras plataformas externas o los vídeo testimonios son muy efectivos.

En definitiva, una página web debe cumplir una función y hacerse en base a un fin. No tendría sentido improvisar el contenido y la creación de la web sin ponerle un foco y una razón de ser. Conoce bien a tu cliente y lo que tu cliente valora de ti, muéstrale una imagen profesional y honesta con la que se sienta identificado y el resto vendrá de manera natural.

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